Estas palabras no son para nadie;
ni siquiera para ti
que lees en la penumbra de tu casa
o en la interrumpida superficie del mundo.
Vienen desde la nada.
Desde una fotografía que alguien olvidó entre sus cosas.
Palabras que todo lo detienen;
absurdos colores sin materia que caen,
sin memoria.
Así era la felicidad:
ingenua caída en el silencio;
en el niño que en la congelada imagen
dibuja extrañas geometrías de arena.
Palabras de nadie.
Palabras muertas.
Palabras que miden el corazón del hombre.
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